Y en nuestra ruptura fui como la orquesta del Titanic. Imposible dejar de tocar, dejar de sentir. Incluso viendo cómo nuestros recuerdos se ahogaban congelados y las promesas flotaban a mi alrededor ya carentes de contenido, sostenidas en la superficie por un agónico aire que me hacía observarlas a la deriva.
Con agua hasta el cuello pero por dentro mi música por ti no cesaba sin perder la esperanza de que consiguiese sacar a flote el tesoro imposible que nos creímos.
Ahora? La partitura de aquella historia está guardada, congelada y anclada en lo más hondo de mi memoria. Ya no voy al timón de ningún barco, no fleto buques mercantes por la noche con mis sueños, no pierdo trenes... Aviones? Quizás de ellos nunca me canse... SALTAR AL VACÍO!! Ya lo decía la de las pecas... Prefiero salta al vacío que caerme sin haberlo intentado.
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